Hace unos días hemos asistido a la intención de un grupo político de querer acabar con la gala de elección a Reina del Carnaval y Fiestas de Mayo por cuestiones sexistas.
Lo que a priori puede ser una primera lectura de un titular basado en una afirmación populista y electoralistas que da pie a la “risa fácil”, seguidamente te hace reflexionar sobre el peligro que puede conllevar un mal uso de las palabras.
Bajo mi responsabilidad, como figura política y como inquieto social, termina invadiéndome un sentimiento de emergencia que emana de una iniciativa que deja entrever, descaradamente, el uso torticero por parte de una responsable política que pretende encajar la aclamación social por la igualdad con la de querer aniquilar las señas de identidad y costumbres de un pueblo.
Esta falta de responsabilidad por parte de alguien que representa a la ciudadanía desvirtúa tanto un discurso como el otro, ya que se sirve de términos tan serios como el feminismo, el machismo, el patriarcado y todo lo que se le antoje con tal de sacar rédito político, obviando la sana intención de la esencia de la voluntad popular.
En las conclusiones de ‘la formación de la identidad cultural. Una mirada desde una escuela asociada a la Unesco’ deja claro que “el patrimonio mundial tiene que estar en manos de los jóvenes, y corrobora sus efectos positivos para que los estudiantes estén en condiciones de entender su pasado, comprender los retos del presente y prepararse para los desafíos que les depara el futuro a través de las señas de identidad locales”.
Desde un punto de vista social, el sentimiento de pertenencia es la circunstancia de formar parte de una comunidad, de un grupo. Dicho sentimiento lleva implícita la satisfacción de una persona a sentirse parte de un todo que se identifica como igual con el resto, sin importar su sexo.
El sentimiento de pertenencia supone el desarrollo del ser humano de forma consciente respecto a otras personas en las que, a su vez, se ve reflejado al identificarse con sus valores y costumbres.
Está claro que al punto al que se pretende llevar esta iniciativa es a un desvanecimiento de lo original para sustituirlo por alguno que intelectualice la incoherencia, cueste lo que cueste. Una propuesta que logrará que la sociedad tinerfeña no tenga en cuenta una serie de costumbres que otorgan el sentido de pertenencia, rasgo antropológico de la supervivencia de nuestra especie.
En cuanto al sexismo, discriminación ejercida sobre una persona por su sexo y que la hace ser considerada inferior, creemos que pertenece a otro discurso de absoluto interés y respeto, pero que sin duda se aleja en cuanto a lo que concierne a nuestras queridas y muy respetadas fiestas y tradiciones que dan orgullo a los canarios.
Estas tradiciones, en ningún momento, minusvaloran o discriminan el papel de la mujer, sino todo lo contrario, ya que se establece como máximo exponente de la belleza desde lo artístico, así como eficiente de tantos profesionales de un gremio que merece ser respetado.
Todo resultaría diferente si el sentido de la propuesta fuese vincular al hombre como parte de estos concursos.
Desde el grupo municipal Ciudadanos nos preguntamos si verdaderamente la ciudad no vislumbra otro tipo de problemas más serios y propios de la preocupación diaria de la ciudadanía, la cual busca solución a una serie de inconvenientes que ponen en riesgo el futuro de nuestras generaciones, como, por ejemplo, construir una sociedad educada en la igualdad, cívica y capaz de abordar el debate sexista en toda su amplitud.
Los políticos deben ofrecer un discurso riguroso que represente a los ciudadanos y se aleje de ocupar la mente de los vecinos de Santa Cruz de Tenerife con anuncios cargados de demagogia y populismo.
Los chicharreros están cansados de ver como a base de parches e improvisación se está pretendiendo construir un municipio que esté a la altura de una capital de provincia.
Un Plan General de Ordenación suspendido que a su vez tiene en cuarentena a los planes especiales del municipio; un modelo de ciudad sin definir gracias a la falta de identidad y del reconocimiento cultural, histórico y patrimonial: y un comercio y economía sumergidos en la desidia no dejan de ser el único y verdadero problema acuciante de Santa Cruz de Tenerife.
Por ello, desde Ciudadanos creemos que es necesario que se preste atención a los problemas que realmente preocupan a nuestros ciudadanos, y para los cuales hemos ofrecido ya una serie de propuestas, como la creación de una unidad de policía de barrio para mejorar la seguridad; bajar impuestos para devolver a los chicharreros el esfuerzo económico que han hecho durante la crisis; mejorar el plan municipal de limpieza; o reducir la burocracia y facilitar el emprendimiento en la ciudad.
* Enrique Rosales es portavoz de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife