Dieciocho años después de que se nos impusiera el Edificio del Palacio de la Cultura y de las Artes destinado, según los responsables públicos que gestaron la idea, a ser un “polo de atracción cultural de la isla” (sin ningún tipo de consenso, ni consulta con la ciudadanía, ni hoja de ruta y sin viabilidad económica); después de que los sucesivos gobiernos municipales hayan invertido más de 20 millones de euros de dinero público para tener como resultado una infraestructura inacabada, hoy conocida como “el mamotreto”, se anuncia la medida de tapiarlo, al menos en su perímetro, para evitar desgracias y que el edificio siga siendo un polo de atracción, pero en este caso de delincuencia. Una medida, por cierto, ya avanzada por Alejandro Ramos cuando el PSOE formaba parte de este gobierno municipal, que, en efecto, nos parece necesaria y también que ha tardado en llegar.
Nos parece oportuno relacionar cuáles son las dificultades que presenta esta idea abandonada y materializada a medias que tenía como objetivo estratégico el de recuperar la centralidad de Telde en la isla, tras el que se escudaba la ambiciosa idea de convertir a la ciudad en un referente cultural en Gran Canaria. Con estos antecedentes parece un buen momento para, al menos, centrar el debate sobre su posible solución porque la ciudad necesita que haya un desenlace.
Por orden de escala, planteamos los siguientes interrogantes a nivel territorial, urbano y arquitectónico:
- Una errónea elección de la ubicación para un pretendido equipamiento territorial. Parece obvio que si la intención era que el auditorio fuera un referente para la isla, lo primero que se debió buscar era una ubicación dentro del territorio con buenas conexiones interiores y con el resto de municipios. Y no es el caso de esta zona de Telde, por lo que la primera decisión tomada era ya un error de partida y actualmente sigue siéndolo.
- La ordenación del área es fruto de un Urbanismo trasnochado, empecinado en racionalizarlo todo y vivir en la ilusión de que el espacio libre está ahí esperando a ser planificado, embellecido, funcionalizado; que insiste en ver el espacio urbano como un texto, cuando solo hay texturas o distintas capas donde se mezclan la historia del lugar, las edificaciones preexistentes, los usos anteriores, las aspiraciones de sus habitantes… Todos estos datos deberían haber sido parte de un análisis previo a toda esta intervención para, entre otras cosas, encontrar una lógica de crecimiento del barrio y para que, en último término, los teldenses nos sintamos identificados con el resultado, porque un aspecto fundamental para el éxito de una obra pública de este tipo es que el ciudadano la sienta suya. Sin embargo, no hay nada de todo esto y las huellas del entorno han sido borradas de un plumazo y sustituidas por una mole absolutamente indiferente al lugar, que más que formar parte de él, parece empotrado en el corazón del barrio. El casco de San Gregorio ha sido en última instancia interrogado, juzgado y sentenciado.
- El urbanismo al que hemos hecho mención no sienta las bases para producir arquitectura de calidad. Únicamente aspira a ser un complemento estratégico de los discursos políticos, pero en este caso se trataba de un discurso vacío, sin más aspiración que la trascendencia personal o partidista. Y no nos podemos comportar como consumidores del espacio público para colmar aspiraciones personales, sino que previamente debe haber un debate social intenso en el que es necesario que participen no solo los distintos grupos políticos, sino toda la ciudadanía para dar contenido a la intervención, puesto que un edificio de estas características debería ser versátil, polivalente, capaz de albergar usos complementarios, donde se pudieran incluir los que fueran necesarios para garantizar una programación cultural a su altura y compensar parte del gasto de fondos públicos.
- La solución provisional de tapiarlo no deja de ser solo eso, provisional. Mientras este edificio sea una herida abierta en el partido político que promocionó su construcción no habrá solución, y mientras esta solución pueda ser interpretada como una derrota, tampoco habrá un final. Tampoco es admisible que cuanto más tiempo esté abierta esa herida, para el resto de partidos resulte más rentable atacarla que hacer propuestas constructivas para sanarla. Y en este círculo la ciudadanía no puede permanecer como un espectador, porque no es este el tipo de espectáculo que se iba a representar en el Palacio de las Artes.
- Por último, para el tapiado de la zona es exigible no solo un buen estudio de la solución técnica, sino transparencia en la adjudicación, ya que resulta llamativo el coste de más de 85.000€ para el tapiado del perímetro. Y esperemos, por el bien de todos, que en la oferta se incluya el coste de la limpieza de la escombrera en la que se ha convertido los alrededores de la zona.
Frente a toda esta suma de pequeñas catástrofes, se debe imponer por una vez el sentido común para encontrar una vía de solución definitiva, en la que también se abra la posibilidad de hacer partícipe a la ciudadanía en la toma de decisiones importantes para la recuperación de Telde para que no se vuelvan a tomar decisiones que condicionen el futuro de todos dando la espalda al interés general.
*Javier Rodríguez es coordinador del grupo municipal de Ciudadanos (Cs) en Telde