Permítanme que les hable sobre la democracia. Sobre esa democracia que hace que hoy todos nos podamos expresar libremente, y que debería hacer que nos respetásemos.

Melisa Rodriguez es miembro de la Ejecutiva Nacional de Cs y diputada en el Congreso por Santa Cruz de Tenerife

La situación actual y lo acontecido en los últimos días hace que las conversaciones entre miembros de la familia, entre amigos, incluso entre conocidos, orbiten alrededor de las mismas preguntas: ¿Qué está fallando en nuestro sistema para haber llegado a este punto? ¿Qué se está haciendo para revertir la situación?

Comenzaré con conversaciones recientes, y acabaré esta tribuna, recordando la maravillosa conversación que tuve con Esther Tellado (primera diputada canaria de la actual democracia) hace dos años, en plena segunda campaña de elecciones generales.

Estos días mis primos, mis tíos y mis padres, no han dejado de exponerme las diferentes dudas, temores e incomprensión sobre la situación que estamos viviendo en este momento. Los últimos acontecimientos de Cataluña y la escenificación llevada al extremo sobre la situación de “no gobierno” de la comunidad por parte de los partidos independentistas, y las recientes detenciones propias de películas de cine de intriga, convierten al “monotema” en el perejil de todas las conversaciones.

“Ya no hay respeto”, “por qué algunos políticos creen que pueden saltarse la ley”, “Si yo me saltase la ley nadie vendría a defenderme ni a decir que es represión por pensar diferente”… Entre estos comentarios, acabamos reflexionando siempre acerca del “pensar diferente”.

¿Pensar diferente me da derecho a saltarme la ley y a vulnerar la libertad individual del prójimo? Evidentemente no. Últimamente parece que se ha olvidado que la libertad del individuo acaba donde empieza la del otro, y que esa “regla” es el pilar básico de toda democracia, de nuestra convivencia y de la vida en general.

La incitación al odio, la fractura social, la irresponsabilidad política y la voluntad de fractura, rompen con nuestros principios. Los principios heredados de aquellos que acordaron y no regalaron la Constitución y el sistema que hoy tenemos.

Para entender estos valores permítanme que me remita a las conversaciones con aquellos que nacieron sin disfrutar la democracia y que experimentaron el cambio hacia la libertad que tenemos hoy. Los diferentes interlocutores coinciden en que la sociedad ha cambiado, pero que no tenemos que ser nostálgicos, que lo que se ha conseguido tiene mucho valor, y que nos permite a todos vivir juntos aunque sintamos y pensemos diferente.

Entre esas conversaciones, he de hacer memoria y remitirme a la última campaña de Elecciones Generales (hace dos años aproximadamente), en la cual tuve la gran suerte de debatir, pero sobre todo de escuchar a Esther Tellado.

Nuestra primera diputada por Canarias en la democracia actual reflexionaba sobre los logros que nuestra sociedad ha alcanzado en pocos años, pero que desafortunadamente, en estos dos años, creo (yo) que algunos nos los hemos dejado por el camino.

Entre esas afirmaciones me comentaba que “la gente hoy sabe lo que es la democracia, han aceptado que existen partidos diferentes, con ideologías diferentes”. Lo segundo es cierto, pero la primera afirmación me genera dudas. Recordando el momento en el que doña Esther me contaba, llena de ilusión y de satisfacción, la gran hazaña que fue esa primera legislatura de la actual democracia, legislatura llena de altura de miras, de consensos a priori imposibles y de puntos en común, se despiertan en mí diferentes sentimientos, y algunos de cierto sinsabor. Sinsabor al escuchar a algunos políticos actuales poniendo en duda nuestra herencia (reciente) democrática, cuestionando las libertades individuales, y escondiendo entre esas afirmaciones la voluntad de que cuanto peor, mejor; sin valorar todo lo bueno y aceptando que queda mucho por mejorar.

Hablamos de la responsabilidad, esa responsabilidad que sientes al ser elegida para este importante cargo representativo, que se ve multiplicada aún más al entender que te encuentras en un momento histórico y que no se puede flaquear. “Se buscaba cambio, un cambio moderado, no la ruptura”. Esas palabras no dejan de sonar en mi mente estos días.

Es importante saber aquello que es necesario cambiar, aquello que es necesario consensuar, pero también es indispensable identificar qué partes de las estructuras “son de carga”, y qué partes de esa herencia son nuestros cimientos. Permítanme un paréntesis y un símil con mi profesión, pero no se me ocurre mejor ejemplo para expresarlo. Es mejor, más sencillo, e incluso más económico comenzar una edificación desde cero, pero en ocasiones existen construcciones que tienen gran carga patrimonial que hay que preservar, por eso se ha de hacer una rehabilitación que nos permita reconocer nuestro patrimonio y añadirle valor actualizándolo, y siempre desde el respeto.

Este símil empleado me recuerda la descripción que doña Esther hizo sobre la palabra consenso, “es muy difícil llegar a él, pero es ideal”, puesto que “sin aquel consenso, esto sería un Reino de Taifas y cada uno iría a lo suyo”.

Acabábamos nuestra conversación con un mensaje que la exdiputada quiso compartir conmigo y con todos aquellos que seguían nuestra conversación a través de las redes sociales: “Confíen en la democracia, está pasando por malos momentos, pero es la mejor de las opciones. No es perfecta, pero nosotros tampoco somos perfectos”.

Todas estas conversaciones, las que tenemos a diario, las que hemos tenido recientemente, y aquellas que recordamos, nos deben llevar a la conclusión de que para que la democracia sobreviva, hace falta que se recuerden palabras claves como el consenso, la altura de miras, el esfuerzo, la responsabilidad y la conexión con la realidad.

En esta era del exceso de información, en ocasiones tenemos que sentarnos y escuchar, sobre todo, a aquellos que saben bien que es lo que tenemos, lo que es la democracia, lo que ha costado conseguirla y lo que hay que hacer para mantenerla.

Es por todas estas conclusiones, y fruto de las conversaciones, que no vamos a flaquear, vamos a seguir defendiendo nuestra democracia, e impulsando reformas que permitan mejorar nuestro sistema. Es decir, vamos a mejorar y rehabilitar nuestro edificio patrimonial con una separación de poderes real, con la eliminación de los aforamientos, con las reformas del sistema electoral, y con muchísimos cambios más que se hagan desde el respeto, y siempre teniendo claro cuales son los pilares básicos y los cimientos de nuestra sociedad y de nuestro sistema.

 

*Melisa Rodríguez es portavoz adjunta del Grupo Parlamentario Ciudadanos (GPCs) y diputada nacional de Cs por Santa Cruz de Tenerife.