Me entristece que Santa Cruz de Tenerife, una ciudad en la que queda mucho por hacer, pero que tiene futuro y retos importantes que asumir, sea conocida una y otra vez por su falta gestión, por carecer de un proyecto que una la ciudad con el mar, o de un programa que permita convertir a la capital tinerfeña en un referente.
Santa Cruz de Tenerife es una ciudad que tiene todo lo necesario para ser un ejemplo local, regional, nacional e internacional. Sin embargo, no cumple con los requisitos humanos, sociales y económicos que demanda cualquier hábitat que aspira a vivir en concordancia a sus necesidades básicas. Y se preguntarán, ¿por qué? ¿A qué se debe esta situación? La realidad es que, en algún momento, unos gobernantes decidieron no proporcionar a sus vecinos lo que buscaban, que no es más que felicidad y esperanza para mirar al horizonte, desde lo económico y lo social, con ilusión.
Las promesas incumplidas de Coalición Canaria, apoyada en algunos mandatos por PP y PSOE, suman ya casi 30 años, y la única forma de romper con este lastre es que se produzca un cambio radical en la mentalidad de la política, diluyendo las viejas y malas prácticas para dar paso a la colaboración entre unos y otros, con consenso y empuje. Y este objetivo solo se alcanza con la optimización de los recursos económicos.
La ineficacia por parte del ayuntamiento en materia de recaudación de impuestos es otro de los problemas fundamentales que vive la ciudad, y que a su vez es determinante para la sostenibilidad económica de este municipio. ¿Y quienes pagan los platos rotos? Los contribuyentes que cumplen con sus obligaciones son los que hacen el trabajo para compensar lo que no se ha recaudado. Y a ello hay que sumar que somos la ciudad con la tasa impositiva más alta de todo el archipiélago.
Si por lo menos esto contribuyera a tener mayor seguridad en nuestras calles y poder tener acceso a una vivienda y a otros tantos servicios tan merecidos, pero no, Santa Cruz de Tenerife sigue sin proyectar calidad y personalidad. La ciudad sigue yendo sin rumbo, la gestión sigue siendo improvisada, solo para calmar a la ciudadanía.
La ciudad capitalina debe encontrar el equilibrio de los usos sociales y económicos, buscando la simbiosis entre los más necesitados y los menos. Santa Cruz de Tenerife debe abandonar, de una vez por todas, la división a la que se ve sometida en cuanto sus centros de actividad- inconexos entre sí- que separan vivienda de ocio y comercio. Una ciudad moderna y con proyección hacia un futuro prometedor debe basarse en una economía de aglomeración que apueste por la proximidad del comercio y los servicios, lo que junto a la cultura, el ocio y al deporte contribuirán al desarrollo económico de la ciudad.
Por otro lado, es indignante que el equipo de gobierno local (CC y PP) siga presupuestando mal el dinero destinado a inversiones en infraestructuras y obras. De los 51,1 millones de euros para este fin -ya sean inversiones directas o a través de otros entes como los Organismos Autónomos- sólo se ejecuten 8,6 millones de euros. Si desde el ayuntamiento no se ejecutan las obras, no hay mejoras, no hay visitantes, no hay facturación, y por lo tanto, no hay salida para los 23.000 desempleados y los 27.000 usuarios de Servicios Sociales.
El futuro de Santa Cruz de Tenerife empieza por reforzar el pequeño y mediano negocio, por un patrimonio histórico revitalizado y de referencia internacional que atraiga al visitante. Le siguen sus calles limpias y jardines esplendorosos, que conformen todos unidos un modelo de movilidad ergonómico para viandantes y tráfico. Y la guinda de ese futuro la pone un Plan General de Ordenación aprobado y puesto en marcha, que dé seguridad jurídica a sus inversores. Pero parece ser que solo ven la solución a todos los males a través de ‘Ven a Santa Cruz’.
Los chicharreros necesitan un esquema distinto de ciudad, que apueste por su crecimiento y estabilidad en cuanto a infraestructura, de bienes y servicios, que vaya de la mano de una política clara y definida que tenga claro que el periodo medio de pagos a pequeños y medianos negocios no puede superar el periodo máximo legal establecido de 30 días, porque restringe unos medios imprescindibles para salir adelante en el día a día.
El municipio se enfrenta a problemas que van desde la inseguridad hasta la suciedad, pasando por una Gerencia Municipal de Urbanismo que otorga y quita licencias para seguir demostrando su equivocada gestión, esa a la que ni un enorme incremento en su presupuesto, que ha multiplicado por dos, con 11,3 millones de euros, de los que solo se ha conseguido ejecutar un 54,20%. Es más, de los ocho millones presupuestados como inversiones apenas se ejecutaron 942.000 euros, un 11,7%.
El vecino demanda que se le facilite proponer y aportar sus propias soluciones, que se les otorgue potestad para pedir rendición de cuentas sobre el grado de ejecución de un programa electoral, porque de ellos es la ciudad, y el dinero con el que cuenta la institución.
El bienestar colectivo y de una ciudad sin identidad tiene que ser exigido por el ciudadano, para que por fin podamos disfrutar de algo tan sencillo como sus playas, sus bancales y sus puertos deportivos, y así podernos tomar un aperitivo o pasear con nuestras familias disfrutando de la costa y de la ciudad.
* Enrique Rosales, concejal de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.