Viviendas en las que las paredes rezuman aguas fecales, verlas correr por la acera y tener que bajarte a la carretera para no pisarla, escuchar el roer de las ratas, sentir las cucarachas corriendo y ver cómo llegan a las viviendas los excrementos de las palomas.
Se preguntarán a dónde he viajado recientemente para ver esto. Me imagino que muchos estarán pensando en ciudades del tercer mundo, pero la realidad es que no me he movido de mi ciudad. Y es, precisamente, en Las Palmas de Gran Canaria, en una de las 10 ciudades de mayor importancia de España, donde nos hemos encontrado personas, vecinos nuestros, viviendo en estas condiciones.
No hay que ir muy lejos, solo tienes que acercarte a Tamaraceite y dar una vuelta por las viviendas del Patronato, esas viviendas de las que el concejal de Urbanismo (Javier Doreste) decía en el 2016 que “no puedo tenerlos viviendo con la mierda”. Pues señor Doreste, todavía siguen viviendo así por culpa de su gestión. Y voy a explicarle por qué.
Las viviendas del Patronato en el barrio de Tamaraceite han ido sufriendo un grave deterioro a lo largo de los años. Este es el motivo por el que se comienza con la reposición: edificar nuevas viviendas, ir trasladando a las familias, derribar los bloques ya vacíos e ir construyendo y trasladando.
Aquí es dónde comienza el problema. No se desaloja y traslada a familias que viven en el mismo bloque de viviendas, por lo que no se puede derribar e ir construyendo nuevamente. Se van quedando viviendas vacías que el ayuntamiento decide cerrar y tapiar. Esas casas se han ido convirtiendo en auténticos focos de infección (palomas, ratas, cucarachas…) y, donde antes había una comunidad de vecinos que velaba por el mantenimiento de su bloque, ahora tenemos vecinos a los que todavía no se les ha trasladado, Okupas y viviendas cerradas y deterioradas, que están dañando al resto. Donde antes los vecinos pagaban su comunidad y se hacían cargo de los desperfectos de las zonas generales y servicios comunes, ahora es imposible recaudar dinero porque el ayuntamiento no contribuye con los gastos de comunidad de las viviendas vacías.
Y un problema lleva a otro problema, como la pescadilla que se muerde la cola, ya que cuando un bajante se deteriora, no hay dinero para su reparación o sustitución; cuando una de las viviendas cerradas pierde su tejado del balcón, se llena de nidos de palomas que causan desperfectos en las viviendas de abajo; y si se inundan por la lluvia, la humedad también se cuela en otras viviendas.
Algunas de dichas viviendas han sido tapiadas con bloques de cemento, pero la inmensa mayoría están tapiadas con madera y chapas, que deja resquicios y permite la entrada de basura y cucarachas. Por no hablar aquellas que se han convertido en pisos okupados, muchos de ellos dedicados a la venta de droga.
Señor Doreste, ahora ya no viven con lo que usted mismo definió como “la mierda”. Ahora corren graves peligros de salud y seguridad y el ayuntamiento no hace nada para solucionarlo. Es necesaria una limpieza de esos inmuebles cerrados, reparar aquellos desperfectos que están ocasionando graves daños a otras viviendas que sí están habitadas, donde esas familias todavía no tienen un plan de traslado.
¿Qué fue de aquellas buenas intenciones durante la campaña? Han quedado olvidadas. ¿Qué fue del bono social de agua? Otro gran misterio. Y, mientras tanto, mandan a Emalsa a cortar el suministro a una familia con cinco hijos y sin trabajo que no tuvieron otro remedio que “engancharse” a otro contador de agua, sin ni siquiera valorar qué se podía hacer con esa familia.
Ya me lo han dicho en varias ocasiones, y seguro que alguno que lea esto lo pensará también: “Beatriz, ya te darás cuenta cuando llegues al gobierno de que no se puede solucionar todo. No hay dinero para tantas cosas”. Sí, y estoy de acuerdo, ¡ojalá se pudiera y el presupuesto municipal fuera lo suficientemente amplio para cubrir todas las necesidades de una ciudad! Pero cuando veo cómo se gastan el dinero haciendo obras faraónicas en la zona baja de la capital, sin tener un proyecto de ciudad, de toda la ciudad, teniendo vecinos que no tienen cubierta sus necesidades básicas (agua, luz, vivienda, empleo…), no puedo dejar de pensar que si se comenzara por la base, por romper la espiral de pobreza que sufrimos en muchos barrios de nuestro municipio, por aportar las herramientas necesarias para devolverles la dignidad que conlleva el tener tu empleo y poder dar de comer a los que de ti dependen, otro gallo cantaría en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Lo único “bueno” que puedo sacar de esta situación es que, por una vez, el alcalde no ha mentido y ha cumplido con su promesa electoral, a la que también se ha sumado el concejal de Urbanismo: “Gobernar para la mayoría”, que no es lo mismo que gobernar para todos.
*Beatriz Correas es portavoz municipal de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria