Artículo de opinión de Guayarmina Méndez
Como todo sistema se debería comenzar por la base. En España existen tres tipos de modelos de enseñanza: la pública, la concertada y la privada. Hoy en día, la mayoría de los alumnos que estudian en este país se encuentran matriculados en la enseñanza pública. En el caso de la educación concertada, modelo que debería ser revisado porque que recibe hasta un 57% de subvenciones de las arcas públicas, nos encontramos con un sistema que posee un régimen interno similar al modelo de la educación privada. Esto conlleva que las instituciones autonómicas no tengan competencia en muchos casos a pesar de recibir el sustento público, creando una barrera ante diferentes situaciones, como por ejemplo, la intermediación ante conflictos de acoso escolar.
El Estado está obligado a dar una educación de calidad en todo el territorio nacional, sin distinción de clases sociales, ahora bien, si dentro de la libertad individual de cada familia quieren dar una educación alternativa, están en su pleno derecho de matricular a sus hijos en una escuela concertada o privada.
El sistema de educación actual intentó cambiar el aprendizaje tradicional (memorístico) en un proyecto de encajar una nueva visión constructivista socio-cultural, en donde el profesor introduce un control progresivo a medida que el alumno fuera adquiriendo los conocimientos, con lo cual la enseñanza-aprendizaje irían de la mano. De esta manera, la evaluación no sería al final, sino de manera progresiva, y así el docente acumularía la información de cómo va adquiriendo los conocimientos el alumnado.
Nuevamente dicho sistema hace que aulas masificadas y profesores saturados no puedan ejercer una tutorización individualizada a cada uno de los alumnos, por lo tanto, se recurre al aprendizaje tradicional en muchas de las asignaturas, motivo por lo que al final, se evalúa la acumulación de datos sin un aprendizaje real.
Desde la primera etapa educativa (Educación Infantil), estudios de expertos en educación manifiestan que los infantes, hasta los 7 años, no tienen la madurez suficiente para la retención de conocimientos que ofrece la enseñanza formal. Sería el momento ideal, a través de los juegos y ejercicios, que dediquen un mayor grado al aprendizaje emocional, musical, espacial, etc… Sin embargo, hoy en día los niños son saturados en edades tempranas con la enseñanza de la lectoescritura para introducirles en la etapa de la educación primaria. En mi opinión dicha premisa es una gran equivocación, ya que dan por sentado que los niños en edad temprana tienen mayor capacidad de adquirir mejor los conocimientos, pero deberíamos reflexionar si queremos futuros “científicos” o profesionales y personas con valores éticos que tanto escasean en nuestra sociedad.
La etapa de Educación Primaria debería ser una introducción a la educación formal, pero desde un punto de vista del aprendizaje por descubrimientos, donde las asignaturas troncales y las que no lo son tengan conexión entre ellas, como por ejemplo, si en matemáticas damos el Teorema de Tales, en clase de Geografía se verá Grecia y en música o teatro representarán ‘Fábulas’ de Esopo. Es decir, se ofrecerá a los alumnos la posibilidad de investigar por su cuenta todo lo que ocurría en esa época. En definitiva, se les dará las herramientas para que se sienten partícipes de los conocimientos que están adquiriendo.
No podía olvidarme de algo tan importante como es el gremio de los profesores, ya que sin esta figura tan relevante nada de esto funcionaría. Quizás, muchos de los problemas a los que se enfrenta este colectivo tiene como raíz el comienzo de la etapa universitaria. Para acceder al Grado de Educación se necesita tan sólo una nota de corte que oscila en algunas comunidades en una puntuación de seis. Si comparamos las notas de acceso a la universidad, como por ejemplo, con el grado de Enfermería o incluso con el de Informática, éstas se encuentran en torno al doce, por lo que nos encontramos ante un problema evidente, y es que al grado de Educación acceden alumnos cuya preferencia no es cursar esta carrera. Esto puede provocar que se titulen profesores desmotivados, sin vocación educativa, y que trasladen esta situación a las aulas.
Por suerte, son más los profesores que entran por vocación y amor a la docencia, pero que se encuentran con un sistema encorsetado, el cual no les deja ejercer sus funciones tal y como a ellos les gustaría, solo pensando en poder acabar los objetivos curriculares a tiempo. Con aulas masificadas y con una sensación generalizada de desprotección por parte de las diferentes instituciones por su poca implicación, vemos como la Educación ha sido una gran damnificada durante la crisis, y prueba de ello, son los recortes que ha sufrido en sus presupuestos.
En los países más desarrollados donde la educación es el principal pilar de una sociedad, se preocupan por la figura del profesor, confían en ellos, y tienen una mayor valoración y prestigio social, lo que hace que se les dé una mayor autonomía y motivación. A ello, se suma que han de pasar por un procedimiento de selección riguroso y cuentan con el apoyo de las administraciones.
Quizás deberíamos empezar a cuidar a aquellos que tienen en sus manos el futuro de nuestros hijos, ya que junto a nosotros le vamos a inculcar los valores y los conocimientos para que en un futuro este país prospere como realmente se merece.
Por todo esto, es tan importante un Pacto Nacional por la Educación, para que las nuevas generaciones tengan por más de cuatro años un sistema estable, que no esté regido por los intereses de los partidos políticos, y que la Educación pueda ser así una herramienta para que nuestro país avance y no se quede en cola de los países europeos, como está ocurriendo ahora.
* Guayarmina Méndez es miembro de la gestora de la agrupación Gran Canaria Norte-Noroeste de Ciudadanos (Cs)