En política siempre hay que tener presentes las dos premisas fundamentales que exigen las buenas prácticas en la gobernanza o en la oposición a los dirigentes de cualquier colectivo.
La primera es ofrecer al ciudadano una mejor calidad de vida, una prestación de servicios cada vez más completa y satisfactoria y, en todo caso, escuchar una y mil veces a los vecinos en sus demandas y consejos.
La segunda, tener siempre presente el ordenamiento jurídico que nos da seguridad a todos, permitiendo tener unas expectativas conforme al derecho a conocer, desde su origen, las bonanzas o perjuicios que determinadas actuaciones políticas puedan conllevar para el colectivo al que se van a aplicar.
La finalidad no es otra que actuar conforme a esas dos premisas a la vez, situándonos en la consecución de los fines que se desean con las herramientas que se nos permite. Actuar “a espaldas” de la ciudadanía no permite satisfacer sus necesidades, ni tampoco sus prioridades y expectativas. Esa forma de gobernar no supone otra cosa que un fracaso de antemano.
Prometer proyectos sin un soporte legal suficiente produce, antes o después, una frustración en el administrado que, si se repite en el tiempo, va a conllevar una desafección irreversible a la política y sus circunstancias.
Y en Santa Cruz de Tenerife, por desgracia, tenemos mil ejemplos de mala praxis en la actividad del equipo de gobierno que dirige la ciudad, en relación con los ciudadanos y con las normativas aplicables a cada caso.
En concreto, en materia de urbanismo, parece que se quiere crear una notoriedad enfermiza basada en promesas incumplidas, en proyectos que nunca ven la luz y en una prolongada ineficiencia en el planeamiento de nuestra ciudad, de nuestros barrios y de los enclaves más prominentes de nuestro municipio.
El barrio de El Toscal, sin ir más lejos, es un claro exponente de este actuar al albor del oportunismo político, sin calcular los pros y los contras de los actos administrativos relevantes, creando frustración una y otra vez por las “medias verdades y medias mentiras”, que no acarrean otra cosa que una progresiva conflictividad vecinal, producto de las situaciones rocambolescas de una planificación urbanística susceptible de nulidad, en el peor de los casos, o de anulabilidad, en el mejor.
Y en medio de este desatino constante, se deniegan las propuestas constructivas que nuestro grupo municipal Ciudadanos ha llevado a diferentes sesiones plenarias del municipio santacrucero.
Las medidas que llevamos tiempo proponiendo, tienen como objetivo evitar que se vuelva a judicializar el planeamiento urbanístico, como ya ha pasado con el Plan General de Ordenación, dejando un resultado nefasto. Por no hablar de los terrenos de la Playa de Las Teresitas. Todo ello se viene advirtiendo y, en este caso, el equipo de gobierno tiene el deber de evitar, por el bien de todos, “volver a verse la cara con los juzgados”.
No se allanan a constituir una Comisión de Investigación que aclare los aspectos más dudosos del planeamiento aprobado en el pleno extraordinario previo a las elecciones municipales del año 2015. Ni tan siquiera se consensúa la posibilidad de dar plena seguridad jurídica a dicho planeamiento, sometiendo su consideración al Consejo Consultivo de Canarias.
El resultado de ese actuar al borde del abismo y de no atender a las peticiones aclaratorias de Cs son las reclamaciones vecinales que se están sucediendo, con el reclamo de la entrada en vigor del Plan aprobado como base.
Porque hay que reconocerlo, el barrio se desvanece por el paso del tiempo y por la falta de compromiso serio y responsable de las autoridades hacia sus ciudadanos.
La política debe ser algo más que mensajes ilusionantes y cortinas de humo. Debe ser un ejemplo del buen actuar, de la participación ciudadana y del respeto y cumplimiento de las normas que garantizan la regulación de nuestro día a día.
¿Veremos algún día cumplido el sueño de los toscaleros?, el cual no es otro que su barrio tenga un Plan Especial que se ordene urbanísticamente hablando.
No hablo de más si aseguro que este deseo es compartido por todos los que vemos en el barrio de El Toscal un enclave patrimonial, cultural y económico de Santa Cruz de Tenerife pero, “de aquellas políticas- y de las actuales- estos lodos”. Y lo que “aún nos queda por ver”.
*Antonio Blanco es concejal de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife