En política se suele hablar muy alegremente de compromiso, de expectativa y de arraigo social. En realidad no dejan de ser, en algunos casos, piezas estratégicamente estudiadas dentro de un tablero de poder en el que, a veces, el fin hace que se justifiquen los medios.
Por eso, el mal uso de estos valores por actores políticos singulares en las formas pero mediocres en el fondo, va minando poco a poco la credibilidad del noble arte de hacer política. Y esa tendencia se enroca, con mucha frecuencia, con la aquiescencia de quien tiene el deber de mejorar las condiciones de vida de sus administrados.
La desafección de los vecinos es un punto minuciosamente preparado por los de siempre, por los que llevan 30 años, para tocar el botón oportuno en el momento preciso y conseguir salvarse sobre la bocina y hundir a quien ofrece soluciones a pecho descubierto, sin trampa ni cartón.
Y en nuestro querido barrio toscalero, la semilla de la incredulidad se une a la necesidad de la adopción de medidas urgentes. Una increíble situación de abandono institucional que durante tantos años ha dejado una huella imborrable de fisuras en el corazón del “corazón de Tenerife”.
Y no pasa nada. Nada parece haber ocurrido para que esa situación se haya dilatado indefinidamente en el tiempo. No se han cometido errores; la culpa siempre es del otro; hay catastrofismo vecinal; oportunismo político; el barrio está en el buen camino, ¿Para qué hacer más preguntas?; ¿Somos unos agoreros?; ¿Qué quieren encontrar con una Comisión de Investigación?… Tal vez, Ciudadanos solo pida TRANSPARENCIA.
Los de siempre llevan demasiadas alfombras bajo sus pasos, alfombras que hay que airear cada cierto tiempo para recuperar la frescura y la limpieza.
No se pueden poner palos en las ruedas a la transparencia porque se lo debemos a la ciudadanía y porque no se puede entender que se gestione de espaldas al vecino. Por eso, algunos queremos refrescar la política y nos hemos acercado a ella para ello.
Y el ciudadano de la calle, el político de bar, el tertuliano de los bancos en los parques exige que se oxigene el discurso de sus representantes en el consistorio o, al menos, el de los de siempre.
Es necesario recuperar en política la frescura, la cercanía, la honestidad, la transparencia y la capacidad de gestión. Los vecinos lo saben perfectamente y lo harán valer en próximas elecciones.
Menos alfombras, más puertas y ventanas abiertas, más aire fresco, menos oscurantismo y más garantías de hacer bien las cosas.
*Antonio Blanco es concejal de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife