Artículo de opinión de David Crespo

Decir La Aldea de San Nicolás es decir olvido, abandono y aislamiento secular. La conflictividad social de La Aldea y los aldeanos se remonta al siglo XVIII. En 1777 las actuaciones del corregidor Ignacio de Montalvo prohibiendo las roturaciones de tierras a los vecinos suscitan la protesta de los labriegos aldeanos, incapaces de soportar la presión señorial y de las administraciones.

El pueblo entero se echó a la calle en comunión con los vecinos de Tejeda y pusieron contra las cuerdas a las instituciones de la isla y del Archipiélago, comandados por el párroco Brito, digno representante de esa tradición de curas trabucaires y beligerantes tan propios de nuestra tierra como Gordillo o Graciliano Afonso. david-crespo-vocal-de-la-junta-directiva-de-ciudadanos-cs-en-las-palmas-de-gran-canaria

Y quizá haya llegado el momento de que La Aldea vuelva a decir basta y ponga fin a una situación que debería avergonzar a los poderes públicos de estas islas. Sin excepciones ni colores políticos, ni el ayuntamiento del municipio, ni el Cabildo de Gran Canaria, ni el Gobierno de Canarias, han sabido dar respuesta a unos hechos que sonrojan año tras año a una sociedad desarrollada como la canaria en pleno siglo XXI.

La comarca y el municipio están siendo condenados a una agonía lenta pero cierta y cruel. El déficit de comunicación entre la comarca y el resto de la isla lo convierten en una isla dentro de la isla y condena a sus vecinos a vivir de facto en una permanente doble insularidad, no reconocida y silenciosa.

La tasa de desempleo supera ya el 25% de la población, y con el cierre de la carretera la asfixia económica de la comarca está asegurada. La humillación del aldeano se agrava en estos meses en el que se ve obligado a circular en turnos de treinta minutos a las 7.00 de la mañana y las 17.30 de la tarde por el túnel habilitado por las administraciones como solución de compromiso.

Para ir y volver a Las Palmas de Gran Canaria sin necesidad de ir por el interminable camino del sur, los aldeanos que quieran usar el túnel deben llamar antes a un teléfono (en el que nadie responde) entre las 9:00 y las 16:00 horas, pidiendo cita, e indicando el nombre del conductor, matrícula y motivo del uso del túnel. Los sufridos ciudadanos soportan con estoicismo que ni siquiera el seguro de su coche cubra cualquier incidente en el interior de la carretera. Todo ello siempre que los convoyes no excedan los ochenta vehículos.

Cómo si de una ciudad secreta de la antigua URSS se tratara, los aldeanos están sometidos a una virtual cuarantena, sin que este escándalo sonroje a nuestros políticos, los que están y los que se fueron.

En la noche del 30 de septiembre de 1777, unos dos mil aldeanos llamados a toque de caracola rodearon la residencia del administrador de la casa del Marqués de Villanueva del Prado, de la casa de Nava y Grimón, señores del mayorazgo  por aquel entonces y obligaron a las autoridades del Archipiélago a reconocer la justicia de sus reivindicaciones.

Es posible que lo que haga falta sea una nueva gran movilización de los aldeanos, acostumbrados al pleito y al abandono secular, para que de una vez por todas se les escuche y definitivamente se les trate con justicia, igualdad y dignidad.

 

*David Crespo es vocal de la junta directiva de Ciudadanos (C´s) en Las Palmas de Gran Canaria