Artículo de Opinión de Enrique Rosales

El actual descontento del barrio de El Toscal o el dolor que algunos pretenden reavivar en sus vecinos retrata no solo a una parte del consistorio, sino a todos los componentes de la orquesta.

Cuando la ciudadanía escucha hablar a sus representantes, no importa que sean de derechas o de izquierdas, los que defendemos los intereses de nuestros vecinos siempre nos sentimos “salvadores”, otorgando cierta magia a nuestras fórmulas para erradicar la peste negra, cuales flautistas de Hamelín.

Rehusar de la batalla por sacar adelante aunque sea paso a paso el interés del vecino o que el político desprestigie al político, ya no es que sea un proceso antinatural que no se da en la selva más amazónica o turbia, sino que además hace encallar, retrasar y colgar la cortina de humo de la ideología populista que no conduce al progreso de la situación, sino al retraso, a vagar por un limbo que no atiende a tiempos. Apoyar o no la dimisión del concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Carlos Garcinuño, no tiene por qué tratarse de una alineación de planetas o de colores, ni tampoco de ganar misericordia, sino más bien de ensalzar la valentía del Mío Cid y seguir trabajando bajo el fuego de la problemática pero, sobre todo, por las exigencias y reivindicaciones acertadas y legítimas de los vecinos del barrio de El Toscal.

Enrique Rosales concejal y portavoz de Ciudadanos (C´s) en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife

Enrique Rosales concejal y portavoz de Ciudadanos (C´s) en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife

Entendemos que la única y real posibilidad que puede sacar a los vecinos de esta injusticia es que el Gobierno de Canarias dé solución, a través de la ley del suelo, a uno de los problemas que se está debatiendo en estos meses. Por lo tanto, hay que esperar como mínimo a su aprobación, pues es la llave de la solución para aprobar una ley justa. Estamos de acuerdo en que esta situación es injusta porque limita gravemente el derecho de propiedad de los ciudadanos, restando valor y afectando a su hipoteca con algunas entidades bancarias, no pudiendo realizar ampliaciones hipotecarias y, por lo tanto, mermando su recorrido financiero a la hora de planificar los estudios de sus hijos o hacer frente a una grave enfermedad. Las áreas consolidadas del fuera de ordenación/situación legal de consolidación es una mano de pintura jurídica, un vendaje a la preocupación sobre algo tan importante y significativo como es tu techo y el de tu familia.

La desmoralización de la ciudadanía y la banalidad de algunos foros de comunicación han llenado la política santacrucera de escenas propias del mejor Molière dando cancha a las modas de nuestra época que consisten en crear malestar. Reconocer los fallos y seguir trabajando es redimirse con la imperfección ajena y, sobre todo la propia, para aprender a buscar la solución a través del sacrificio del trabajo y la ilusión del vecino. Ahí queremos ver al Sr. Garcinuño trabajando aún más.

¿Cuál es la hoja de ruta de El Toscal? Desde luego tendrá que ser, aparte de obedecer al ámbito jurídico, una oferta de sentido que movilice las energías latentes en una sociedad, o sea de todas las fuerzas políticas y sociales, equipo de gobierno, oposición y colectivos. No tiene que responder a la absoluta creencia en la palabra de la institución, siempre bajo sospecha aderezada de imperfección, sino a lo que deba ser en tiempo y forma.

Porque si no se proponen políticas cohesionadoras de innovación y apremio hacia al ciudadano, éste no se conformará. Se creará frustración y desilusión y se alejará en el horizonte a medida que avance en el camino.

Sin duda la singularidad urbanística e histórica que caracteriza a El Toscal es indudablemente parte de un patrimonio único de nuestra ciudad, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) como categoría de Conjunto Histórico desde 2007, por lo que se hace necesario de forma urgente desbloquear su entrada en vigor, ahondando en centrar todos los esfuerzos para solucionar los problemas técnicos existentes.

Debemos ser motor de progreso moral y ético en nuestras propuestas para que avancen en pos de una perfección que lo dinamice todo. Por otra parte, la crítica hablada, aunque nada tenga que decir suele conseguir el resultado contrario a lo que desea la ciudadanía. La dimisión del brujo de la tribu, creando así orgias de criticismo errático al sistema, consigue desprestigiarnos a los ojos de todos para dejarnos en un pozo lleno de aguas propias de la depuradora EDAR de Buenos Aires. Ahora más que nunca Santa Cruz de Tenerife necesita que sea luchadora, rápida, moderna, trabajadora, prescriptiva, ilusionante, cohesionadora y movilizadora para que los políticos de la regeneración y la sociedad civil aúnen fuerzas en aras de una ciudadanía consensuada para trabajar todos en una misma onda de frecuencia. Como planteaba Aristóteles en Moral a Nicómaco, libro primero, capítulo II:

“Volvamos ahora a nuestra primera afirmación; y puesto que todo conocimiento y toda resolución de nuestro espíritu tienen necesariamente en cuenta un bien de cierta especie, expliquemos cuál es el bien que en nuestra opinión es objeto de la política, y 3 por consiguiente el bien supremo que podemos proseguir en todos los actos de nuestra vida desde la política: El fin supremo del hombre es la felicidad”.

 

* Enrique Rosales es portavoz municipal de Ciudadanos (C´s) en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife