Artículo de Opinión de Nereida Cañado
¿Qué modelo de sociedad queremos? ¿Cómo se va consiguiendo? Creo que éstas son preguntas que raramente nos hacemos, ya que vamos simplemente opinando sobre cuestiones puntuales, al final poco trascendentales, que marcan nuestro actuar diario y nos hace perder de vista el futuro que en algún momento imaginamos.
“Hay que vivir el presente”, rezan numerosas cantinelas filosóficas. Válidas desde luego para anclarnos a la vida cuando nos perdemos en deseos que no llegan o en carreras a la nada empujadas por una sociedad ansiosa.
Sin embargo, a veces este rezo nos lleva a perder de vista el horizonte. A olvidar metas y objetivos superiores que no podemos alcanzar hoy, y que sin embargo irremediablemente debemos empezar hoy para alcanzarlos.
¿Y a qué viene todo esto? ¿Qué modelo de sociedad queremos? ¿Cómo lo vamos consiguiendo?
Los cambios que queramos ver en nuestros hijos más pequeños o incluso aún no nacidos, en nuestros jóvenes del mañana, deben también comenzar hoy. ¿Queremos que nuestros hijos identifiquen el alcohol con la diversión? ¿Queremos que nuestros jóvenes sean capaces de trabajar en equipo para recaudar en una “vaquita” lo que necesitan para comprar las bebidas y drogas de mayor o menor dureza para el fin de semana en fiestas? ¿Queremos que todo el mundo pueda acudir y disfrutar de esas fiestas o solamente quienes, embriagados y confundidos por lo que han tomado ni se acuerdan de cómo fueron realmente, sino por las fotos de Facebook o Instagram?
Pueden resultar extrañas, radicales tal vez algunas de estas preguntas. Pero resulta que hoy, en un lapsus quizás por intentar entender a quién me decía que no se puede prohibir, porque todos hemos sido jóvenes, he creído que quizás llevara razón. Lapsus que en breve se resolvió en mi mente y convencimiento. Si no se trata de prohibir, cuanto menos de fomentar, y menos aún relacionándolo con la diversión y el ocio. En el corto plazo, no nos queda otra que establecer controles y desplegar costosos dispositivos de seguridad para evitar males mayores, pero deberemos dar algún paso en la dirección acertada para que llegue un día en el que nuestros jóvenes no relacionen el cubata, o el calimocho, o… la bebida que sea que esté de moda o sea barata en el futuro, con la posibilidad de divertirse. ¿Qué pasos daremos hoy para que nuestros jóvenes no sientan la necesidad de aceptar lo que el resto del grupo les propone, aunque vaya en contra de sus principios y deseos? ¿Cómo les haremos entender que su mayor libertad está justamente en poder elegir si seguir a un grupo o no, y no sentirse mal por no hacerlo? ¿Cuándo daremos el primer paso?
El problema es que lo normalizamos. “Todos hemos sido jóvenes”. Cierto. No he dejado de serlo, diría yo (o permítanme el “autoengaño”). Algunos de mis amigos bebían, algunos siguen bebiendo en fiestas hoy día. Nunca bebí hasta emborracharme, ni hoy día lo hago. Tal vez algún día lo haga (por eso de que nunca digas nunca). Pero espero enseñar a mis hijos a divertirse sin necesidad de tener alcohol en su cuerpo. ¿Prohibir una copa? Ni mucho menos. Y dos, y tres,… depende. No dejes de ser nunca tú para ser lo que otros quieran que seas.
Una cosa es no prohibir, y otra muy diferente pretender que por no prohibir se deba mantener o financiar desde las instituciones públicas. Porque al final, no nos engañemos, todo tiene un coste (a veces sólo económico, otras incluso en vidas), y sobre todo un coste en educación y en el forjado de la sociedad que queremos para el futuro.
Por tanto, no se trata de prohibir, se trata de EDUCAR, se trata del modelo de sociedad que queremos para el futuro, y el futuro, EMPIEZA HOY.
Nereida Cañado es miembro de la junta directiva de la agrupación de C´s en Lanzarote.